Cómo resolver un conflicto que te hace olvidar quién eres, y sin dañar

Por CotiCots desde Chile
La semana pasada sentí que terminé con las mechas de punta. Y es que siempre llegan todas las complicaciones juntas, mientras que las cosas buenas, llegan de forma aislada. El martes, miércoles y jueves terminé en las lágrimas por hechos infortunados, por descubrir nuevamente, que las apariencias engañan y que la envidia sigue existiendo.


El desafío más grande fue entender por qué me pasaban esas cosas tan desagradables, por qué no recibía de vuelta lo mismo que daba, por qué habían personas que simplemente disfrutaban viéndome mal, y por qué no me resultaba indiferente… me lo cuestioné varias veces y, constantemente repetía para mis adentros: “nadie de ellos me alimenta, ninguno trabaja por mí y no son ejemplos a imitar”… pero me seguía doliendo.
La cosa es que me estaba equivocando en algo demasiado relevante. Estaba olvidando mis orígenes, mi esencia, mi motor de motivación, y por esas personas de corazón malvado, estaba olvidando quién #%&$ era yo.
Coincidió el jueves un paseo del trabajo a un lugar hermoso y fue allá donde encontré las respuestas en medio de una conversación con mi compañera de trabajo, con pinta de amiga y reflejo de hermana; se me hace fácil compartir la vida entera con ella, trabajamos cerca, almorzamos y hacemos deporte juntas, hasta compartimos tardes de mall con un helado sin grasa y azúcar de premio.
Bueno, fue ella quién me dijo que debía ver si permitía que esos hechos empañaran todo mi esfuerzo y logros que he conseguido hasta ahora, dijo que era comodidad mía la que me hacía estancar con estos conflictos, me impulsó a que hiciera un esfuerzo extra para aferrarme a mi esencia “por sobre todas las cosas”.
Fue como volver a ser esa niña nuevamente, que ve una película de princesas y finales felices, recordé mi base familiar, valoré el esfuerzo de mis papis que me apoyaron en todas las metas que me fijé, me emocioné con hitos como pasar costos (el ramo de mis pesadillas), titularme, viajar a Miami sin haber subido antes a un avión, viajar a China mientras mi mamá aguantaba sus lágrimas de orgullo, aquel 3 de agosto del 2010 cuando abrí la puerta de mi primer departamento (o cuchitril como le digo yo), recordé mis orígenes en su forma más pura: nieta de unos abuelos maravillosos y de trabajo esforzado, de casa muy humilde y piso de tierra. Hija de una dueña de casa maravillosa que me formó con principios rotundos: no mentir, confiar, esforzarme, ayudar y agradecer. Regalona de un papá bien especial, que me enseñó a ordenar mis finanzas desde chica, a mantener una casa impecable (porque si no los sueños no son tranquilos) y con conciencia por el entorno natural (naturaleza, actividades al aire libre y vida de campo).
Volví a construir ese castillo maravilloso en el que estoy, disfruté nuevamente mi entorno y valoré a esas personas importantísimas, que me alegran los días y me califican con el rigor más fuerte: la verdad.
Ya mi compañera de trabajo me había indicado por dónde debía irme para aprender a manejar estas situaciones, y lo confirmé con el consejo de mi hermano menor: “No caigas en el mismo juego de ellos, y cuando te muestren las garras, respóndeles con la mejor sonrisa, con bondad, tranquilidad y madurez. No porque se comporten como pendejos, vas a caer en su mismo juego”. Pero lo más rotundo y verdadero que le escuché fue: “Si no aprendes a manejar estos conflictos ahora, entonces quédate en casa, porque en la medida que creces profesionalmente y maduras en edad, los conflictos se vuelven peor, te complican más la existencia y lo importante es que debes salir adelante con esos problemas, no sirve irte en contra de ellos”.
Así lo hice, y el panorama ya parece ir cambiando, este lunes ya no me pareció pesado. Volví a reír como siempre y a disfrutar los días, con todo lo bueno y lo malo que traen.
Se los comparto para que lo usen de tip, el día que les pase esto. Para que eviten darse la vuelta larga y los mil caldos de cabeza que pasé, para recién ahora entender que lo más importante era volver a los orígenes con los pies en la tierra, valorar el resultado de nuestro esfuerzo y aprender a vivir con altura de miras, evitando caer en situaciones como la que caí yo.
Que tengan hermosos días, llenos de energías renovadas y orientación por lo que realmente importa :)




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