Amor, amor

Por Maru desde Colombia

Mi marido me ama sin reservas, de una forma abrazadora y profunda. Ha erigido en mí un templo donde pronuncia extrañas letanías. Es mi demiurgo; yo, la tela en que plasma criaturas fantásticas que prefigura en sueños. Me dejo hacer, como arcilla, en manos artesanas.



¿En quién me convertiré hoy?
Cada mañana redibuja mis formas. A veces, voluptuosa; otras, esbelta. Viste mi cuerpo de prendas delicadas de color tierra. Me calza con zapatos cerrados; no le gustan mis dedos. Siembra de flores mi cabeza. Me hace la cara, dibuja sobre mi rostro una sonrisa invariable. Oculta mis penas con la habilidad del mago. Guarda en mi cartera artilugios para enfrentar el mundo y me enseña a volar sin alas.

Al anochecer, deshace su creación con pinceladas gruesas y seguras. Adquiero aspecto anodino. Desaparece, lentamente, aquellas prendas. Descalza mis pies de dedos feos. Arroja a la basura las flores marchitas. Retira el maquillaje; borra mi cara. Las penas siguen ocultas. Derriba mis defensas y me devuelve las alas.

Entonces, es él quien se transforma, muta en un medio acuoso. Se cuela por los intersticios de mi alma, antiguo navegante de mis profundidades. Me lleva hacia él, como el río va al mar; y de mar, me colma. Muero cada noche entre sus brazos y me reconstruye en la mañana, palmo a palmo. Sin embargo, ¿por qué no me siento entera?




CONVERSATION

1 ya son Blogger@s:

  1. Gracias por subirla al blog. Es un honor. Es una de mis historias favoritas. Saludos

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