Desde los 20 años estaba en mis planes viajar sola por Europa. Sentarme en un café frente a la Torre Eiffel. Caminar por el Támesis. Recorrer el Vaticano. Ir a mi propio ritmo, paseando cuantas horas quiera sin que alguien me diga descansemos. Sentarme en un banco a tomar un helado. Valerme por mí misma en un lugar que no hablan mi idioma ni tienen mis costumbres. Entrar en una librería y quedarme allí todo el rato que me plazca. Resolver en mi mente todo cuanto tenga pendiente para después mirar hacia adelante.
Cuando estaba por salir de la universidad, mi idea era trabajar dos años, juntar la plata suficiente para el viaje e irme, pero todas la veces salía un imprevisto que me hacía romper el chanchito y empezar todo de nuevo. Tuve que comprar ropa de trabajo, me endeudé con el primer auto, después vino el postgrado, el cambio de auto, la casa, pagar el crédito universitario... Fue pasando el tiempo sin darme cuenta. Cada vez que gastaba mis ahorros decía, con lo que me quedó iré a otro lado. Terminaba haciendo con alguna amiga esos típicos viajes de 7 días y 6 noches. He conocido muchos lugares muy bonitos, pero cada vez que me subía a un avión decía: El próximo será el de Europa.
Hoy, a mis treinta y tantos, al fin mi viaje se concretará, tengo todo comprado y este mes pago mi primera cuota, sí, el pasaje lo compré en 12 cuotas, me dije que este año tenía que hacer mi sueño realidad y Santa Visa fue mi aval. Mientras todas mis amigas andan en la playa o mostrándome sus tostados fascinantes, yo me entretengo en mi casa visitando paginas de Internet de los lugares en los que estaré dentro de cuatro meses.
El otro día en la piscina con mis amigas, les decía que no espero mi propio comer, rezar y amar porque no soy muy buena para los rezos y, en mis viajes lo que menos hago es comer. Tampoco me verán como la protagonista de Wild con una mochila gigante y caminando por el desierto para encontrarme, en ese aspecto soy bastante niñita; mi concepto de viaje siempre fue quedarme en hoteles, llevar maleta e ir a lugares entretenidos sin importarme cuanto cuesta la entrada al museo o al parque. Mi idea es conocer los lugares que siempre quise y ser una simple turista.
Estoy muy entusiasmada con el tema, siento que esperé tanto para esto que lo único que quiero es que pasen pronto estos meses y, aunque ya tengo todo en mi poder, no creeré que al fin lo hice hasta que mis ojos no vean la Torre Eiffel.
¿Ustedes han viajado solas alguna vez?
¿Qué me recomiendan?
¿Qué me recomiendan?
¿Qué no me puedo perder por esos lados?
¡Qué buen plan! Viajando sola es como mejor se conocen los sitios. Yo te diría que no te perdieras alguna de las ciudades del antiguo Imperio Austro-Húngaro: Praga, Viena, Budapest... Son lugares maravillosos.
ResponderEliminarla impresión de ver por primera vez la torre eiffel es impagable... hice ese viaje a los 26 o 27 y fue maravilloso, andar sola y disfrutar de lo que siempre quisiste ver awwww que emoción!!!... bueno yo he vuelto desde ahí 2 veces mas a Europa porque simplemente es maravillosa ...
ResponderEliminarAmé tu idea. Pienso hacerla en un par de años, claro que no exactamente de la misma forma. Yo tengo algunos amigos que son de europa, que estan viajando por latinoamerica. Son tan viajeros como a mi me gustaría ser y sé que contaré con ellos cuando viaje a sus países. Así que de cierta forma no es viajar completamente sola.
ResponderEliminarHe viajado sola a algunos lugares y me encanta seguir a mi ritmo porque es distinto al de cualquiera de mis amigos. Para mí entrar en una libreria es un paraiso mientras que ellos lo detestan.
Me separé de mis compañeros cuando viajamos a australia y recorri sidney sola por una semana ademas de algunos otros lugares antes, y a pesar de que a veces se extraña estar con alguien que te acompañe, pude ver todo lo que quise a mi propio ritmo y es la mejor experiencia sin dudas. Además siempre hay gente increíble que conocer.