Desde Egipto: una mirada hacia nuestros propios recursos

Por Marwa desde Chile

Mi última visita a Egipto me hizo en pensar en dos cosas que tomamos altamente por sentado: el petróleo y el agua.

Sí, podemos decir que cada vez hay más consciencia sobre la escasez de estos recursos naturales, pero como salió la otra vez en una columna de un diario electrónico, todavía hay ridículas que salen a comprar pan a la esquina en su gigantesca 4x4: trayecto que si lo hiciera a pie, sería de 10 minutos.

Y aún cuando tenemos información sobre la escasez de estos recursos en el mundo, sigue habiendo gente que riega el cemento, apaciblemente, mientras conversa con el vecino. ¡Señor! ¡Le recuerdo que en el cemento no le va a crecer el pastito!

Egipto es la cuna de la disciplina que desarrollo, siempre estoy en contacto, de alguna u otra manera, con Egipto; país que evoca fantasías, misticismo, magia, templos, cultura. Por lo que, obviamente, amo ese país y su locura, su música, su comida, su caos artístico y su historia.



Sin embargo este misticismo que está tan a flor de piel en la imaginación de las personas, fácilmente se contrapone con la realidad que se vive diariamente en un país en donde la revolución ha cambiado la cara del país para siempre.

Colas eternas en las estaciones de gasolina: aún cuando Egipto tiene petróleo y gas de forma natural, están recibiendo la mitad de su suministro, por lo que las personas no pueden llenar sus estanques, sino que se les raciona el consumo. Se dice también que esto ocurre porque se está enviando mucho petróleo a mercados negros. ¿Para qué? No sabemos…

Escasez de agua: los proyectos de potabilización de agua suelen quedar estancados por largos periodos de tiempo, debido a la escasez de fondos y negligencia estatal. Claramente las personas que sufren más la escasez de agua potable son aquellas de menores ingresos. (En Chile, el acceso al agua potable es de un 99,8% de la población).


Realmente me imagino eso mismo aquí en Chile y me pongo nerviosa. Nosotros no contamos con petróleo propio ni gas tampoco. Sí tenemos mucha agua, pero todos los gobiernos que hemos tenido se han dedicado a venderla a países desarrollados que supieron antes que nosotros que debían salir a buscar agua, para que cuando llegue la verdadera crisis del agua, ellos ya tengan para sí mismos. Eso en realidad ha pasado con todos nuestros recursos. Este país se ha vendido casi que por catálogo: ¡se vende lindo país con vista al mar!

Estar en Egipto me hizo valorar aún más mi propio país, pero no solamente a valorarlo de forma intelectual o espiritual, ¡sino de manera práctica! No me había pasado en mis visitas anteriores, me pasó ahora, ahora que estoy mucho más sensible con respecto a la naturaleza y al trato que tenemos con ella. Realmente si puedo caminar, tengo que hacerlo. Si puedo cortar el agua mientras me lavo el pelo o los dientes, tengo que hacerlo. Y esas son las cosas básicas de cuidado ecológico. Debemos hacer MÁS.


Los egipcios están comenzando a comprender su rol en una democracia y están saliendo a las calles a protestar, algo que es completamente histórico en ese país. La verdad es que cuando pienso en lo que eso significa, me imagino el real cambio de era: una era en que la gente sepa lo que quiere y quiera saber más, estar informada y reclamar o trabajar por los derechos que nos son dados solamente por ser seres humanos: los derechos de la dignidad.


 




CONVERSATION

2 ya son Blogger@s:

  1. Es tan cierto lo que cuentas, es tan paradójico que partes tan llenas de cultura y civilización con tanto contenido histórico, y que estén viviendo en esa situación, es realmente impensable, pero no solamente pasa en Egipto si no que Así, India y también en algunos países árabes. En fin.... a veces es verdad que uno mira en menos su país pero siempre hay situaciones peores que las que uno vive y se pueda imaginar. De todas formas tremendo viaje, yo sueño con conocer esas tierras :) algún día

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  2. El tratamiento del agua es esencial. Enfrentamos la escasez, pero la tecnología y la conciencia pueden revertirlo. Cuidemos cada gota, invirtamos en purificación y practiquemos la sostenibilidad para un futuro hídrico seguro.

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