Ráfaga Zombi

Por Maha Lub desde Tarifa (España) 

Siempre me creí a salvo del influjo de los vientos locos. ¡Ja! Al menos mi yo consciente. Los aires del desierto alteran a las personas hasta tal punto que son un atenuante en casos de asesinato. Así ha sido desde la antigüedad. Ya lo dicen nuestras mayores, las gentes de ese pueblo están taradas con tanta ventolera. 

Suicidios, violaciones, depresiones y mil malos rollos traen consigo los "Bitter Winds". Temporales que secan el ambiente, alteran la carga iónica que respiramos y nos convierten en títeres de la química.

Pero a mí no me afectan. Las bravas ventiscas alejan de mi piel todo cuanto sobra, eso siento cuando estoy despierta. Mis lances comienzan tras besar a Morfeo, es ahí cuando los soplos de turbación me golpean. Dejo de ser quien soy y otro Yo toma el control apoderándose de mis acciones.

_¡Venga ya! Jamás he sido sonámbula…
_Eso es que ya estás intoxicada, los vientos locos te han envenenado.

Despierto y alguien ha estado imponiendo un nuevo orden en la casa, esto fuera de aquí y esto otro... ¡Mejor al lado de la ventana! Debo reconocerle el buen gusto, su orden es exquisito. ¡Qué razón tenía aquella vieja! Estoy intoxicada.

_¿Él? No, no ha podido ser él, ni en broma se ha levantado y se ha puesto a recoger.

He sido yo. El viento de este pueblo me vuelve sonámbula. ¡Hmmm! Me gusta esta faceta mía, un Yo Zombi que ordena la casa mientras descanso… ¡Ojalá dure! No siempre fue igual. Esto de la limpieza es nuevo; al principio el sonambulismo fue un tema embarazoso, no me daba por esmerarme en hacer cosas productivas, salía en pelotas al monte y me ponía a pasear con las gallinas, las ovejas y los cerdos. ¡Amanecía con los pies destrozados! En aquellos días me aterrorizaba despertar una mañana durmiendo entre vacas sobre las arenas blancas de Punta Paloma. 

¿Os imagináis? Yo en la duna abrazada a un ternerito y un centenar de kitesurfers inflando sus cometas a mi alrededor. ¿En qué mundo ácido un miedo tan absurdo puede convertirse en tu realidad de cualquier mañana? 

Bendito sea el orden, la casa así se ve mucho mejor, se respira más tranquilidad.





CONVERSATION

8 ya son Blogger@s:

  1. Al leer tu escrito, recordé cuando tenía 6 o 7 años y con mi familia ibamos a las dunas cere del mar en Con-Con.

    La sensación de sentir el viento en tu cara mezclado con la arena y la brisa marina, es algo que recuerdo a menudo ahora que vivo en Santiago la jungla de cemento.

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  2. qué lindo haberte evocado bellos recuerdos! pero debo confesarte que cuando el viento sopla en ese pueblo del relato, la sensación que te da la arena, es la que tendrías si te lanzaran sacos de alfileres con una máquina soplahojas!!! uf! dicho así no sé como pueden gustarme tanto los temporales de tarifa!

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  3. Amo el viento, aunque de vez en cuando se descontrole! Me encanta sentir la brisa y cómo el viento juega con mi pelo y mis ropas.
    Creo que sí puede tener efecto en nuestro ánimo.
    Saludiños! :D

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    1. a mi tambien me encanta... pero eso de que me vuelva sonámbula es preocupante ;)

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  4. Que buena entrada Maha!!!, por un momento pensé que estaba leyendo algún extracto de alguna novela.
    Yo por lo general amo el viento, otras veces lo odio, por ejemplo el viento de las playas de Pichilemu que te clavan toda la arena, es terrible

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  5. Que lindo mini relato resulto, me agrado leerlo e imaginarme todas esas sensaciones.

    Me gusta la brisa que refresca el día, el viento que no me deja moverme no me gusta, no deja que uno se mueva con libertad por la calle, andar caminando inclinada y con la cara arrugada para evitar que entre arena en los ojos no me va.

    Besos Maha!

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    1. gracias, bella!!!
      el relato es totalmente autobiográfico... fue rocío la que me dijo que escribiera sobre esto ;)

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