Mi propio Marley and me

Todos deben pensar lo mismo de sus mascotas, pero para mí, mi perro era el mejor; el más inteligente, el que hacia cosas que ningún otro podía, el que me "hablaba", el que me entendía, el que me miraba a los ojos, el que se daba cuenta cuando estaba triste, el que me acompañaba, el que se portaba mejor que todos, el que estuvo conmigo en grandes momentos de mi vida.



Hace alrededor de un año, mi perro se enfermo; lo llevé al mejor veterinario de Santiago, gasté en exámenes y operación lo que no había gastado ni en mí, pero no me importó, porque no hubiese podido resignarme a que por dinero estuviera mal. Hace un par de meses su enfermedad empezó a empeorar, el doctor nos dijo que la opción era comprarle un "carrito" para que pudiese caminar porque pronto iba a dejar de hacerlo por sí mismo. En primera instancia pensé en lo peor, no me convencía de que no pudiese volver a hacerlo, me resistí al principio pero al verlo acostado todo el día, finalmente lo hice. Al principio era chistoso, era como un niño cuando aprende a andar en bicicleta, no calculaba las distancias, chocaba con las cosas, doblaba y no cabía por la puerta. Al tiempo ya lo dominó y corría con él; lo llevábamos a la playa, al parque, salíamos a caminar por el barrio; todo el mundo lo miraba, era un espectáculo.


El mes que me fui de vacaciones conversé con él; le dije que entendía que estaba cansado y que ya me había dado cuenta de que ya no tenía la misma energía de siempre, pero le pedí que por favor me esperara, que no empeorara en ese tiempo, que comiera, que yo volvería pronto. Cuando llegué lo noté un poco más flaco y en mi familia me dijeron que ya no tenía la misma energía cuando lo subían al carrito, me fui al supermercado a comprarle cosas ricas para que comiera, le empezamos a dar lo mismo que comíamos nosotros. Engordo de nuevo pero ya no tenía la cara de felicidad de antes.

Nos hicimos los tontos un tiempo auto convenciéndonos de que estaba bien pero de un momento a otro empeoro demasiado, adelgazo mucho, ya no se quería subir al carrito y pasaba gran parte del día acostado. El veterinario siempre nos dijo que el signo para preocuparse eran cuando dejara de comer y tomar agua, cuando no quisiera levantarse, cuando se empezará a hacer pipí, cuando tiritara y todo eso empezó a suceder. Le hacíamos cariño, le conversábamos, pero nadie quería mencionar lo que sabíamos que teníamos que hacer hasta un día en que aún recuerdo su cara como si fuese hoy. Antes de acostarme le hablé desde lejos, estaba acostado como un chanchito de tierra, lo miré y le dije "¿estás cansado?, ¿te quieres ir?, ¿dime y yo lo hago?"; apenas levantó la vista y me miró como diciéndome "sí, ya me quiero ir". En ese momento me cayó una lágrima y llamé a mi hermano por teléfono diciéndole que al otro día iríamos al veterinario, los dos llorando sabíamos de que estábamos hablando sin necesidad de decir nada más.

Ese día en el trabajo anduve ultra sensible esperando la hora para irme; llegué a mi casa y le hicimos mucho cariño, le dijimos que íbamos a salir y que desde ahora ya no tiritaría más y que estaría mejor. Lo subimos al auto y cambió su ánimo, se alegró tanto que en un momento dudamos pero sabíamos que esa era su reacción siempre al subirse al auto, siempre imaginamos que el asociaba subirse al auto con algo feliz, con ir a la playa a revolcarse en la arena y con ir al parque a jugar, por lo que nos quedaríamos con la idea de que era un paseo más.

Llegamos al veterinario y lo subió a la camilla igual que en la película, nos dio las alternativas y nos dijo que teníamos que decidir; hacerle infinidad de exámenes, darle tramadol y/o fuertes medicamentos para calmar el dolor o hacerlo dormir para que descansara. Los dos llorando (y el resto de mi familia afuera) dijimos que no queríamos verlo sufrir así y que él me había dicho que quería irse. Nos dejó solos un rato y entró el resto de mi familia; llorábamos desconsoladamente, lo abrazábamos, le dijimos que lo amábamos y que aunque era una decisión muy dolorosa no queríamos verlo más así, lo llenamos de besos y le dijimos al médico que estábamos listos. Le inyectó un calmante y dejo de tiritar inmediatamente, se veía bello, hace mucho tiempo que no lo veíamos así, y aun con la pena que teníamos sentimos que ahí recién estaba bien y nos calmó un poco verlo así de tranquilo. Pasaron unos minutos más y nos dijo que era el momento; lo inyectó nuevamente y esta vez empezó a cerrar sus ojos de a poco hasta que finalmente ya no respiró más, ya no estaba con nosotros, ahora dormía. 

Lo volvimos a subir al auto y nos fuimos a la casa; ya habíamos conversado esto y habíamos decidido como familia enterrarlo en el patio con un árbol y un jazmín encima y tal como dice mi amado libro favorito: "el trigo a mí no me recuerda nada, pero tú tienes el cabello rubio por lo que el trigo me recordará a ti". Ahora, donde quiera que estemos, ese árbol y ese olor será él; cuando haya viento y esos arboles hagan sonar sus hojas será como si él nos ladrara, será como si todos esos arboles nos ladraran, y nosotros nos reiremos porque vino a visitarnos y nadie más nos entenderá por qué nos reímos del viento.

Ya han pasado un par de semanas y aún nos sentimos de duelo, aún salimos al patio y lo encontramos enorme, aún cuando llego creo que estará ahí y el domingo cuando veo televisión sigo extrañando su compañía a mi lado. Fue un gran perro y aunque uno siempre sabe, al tener una mascota, que el tiempo que nos acompañaran será el mínimo comparado con todo lo que vivimos nosotros, es imposible no sentir pena cuando se van. Lo extraño demasiado aún, pero me quedo con sus lindos momentos y su cara de tranquilidad antes de quedarse dormido para siempre.

Antes de que pasara todo lloraba cada vez que veía Marley and me; ahora no me he atrevido a verla porque la escena es tan igual a lo que viví que creo que lloraría desconsoladamente; sé que en algún momento volveré a hacerlo pero por ahora, prefiero pasar.





CONVERSATION

3 ya son Blogger@s:

  1. Ufff, que dolor leer tu entrada. Creo que todos quienes hayamos amado con el alma a un animal, podemos entender exactamente como te sientes, así que no queda nada más que decir que enviarte un fuerte abrazo.

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  2. Hola Clau
    Te saludo desde el norte de Chile, no sabes lo que me toco tu articulo tengo dos gatos y uno de ellos esta enfermito esta semana y hemos visitado la urgencia veterinaria ya dos veces tienes razón son tan parte de nuestra familia que nada material importa solo quiero sentir que va a estar bien, que vuelva a hacer travesuras en la casa, he dimensionado como quiero a mis gatos..Gracias por tu articulo por compartir tu experiencia mucho animo para ti. saludos.

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  3. Hola Clau

    que terrible, estoy en la pega aguantando las ganar de llorar.
    hace 3 semanas pase por lo mismo, tuve que hace dormir a mi cachorra de toda la vida por un cáncer de mamas que nos ganó, es super difícil tomar una decisión así, a nosotras nos costo mucho.


    es mucha la pena de perder tu alma gemela de 4 patas, pero hay que darse ánimos y pensar que fue lo mejor para ellos y para nosotros ;)

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