Quien se acuesta con niños...


Esta columna podría contener material sexual explícito, inapropiado para menores de edad.

Hace más de un mes que tengo ganas de escribir este post, pero hago un resumen mental de lo que quiero decir y se me confunde todo. Me empiezan las mariposas, las sonrisas sutiles, se me va la mente en elaborar retorcidas fantasías y no logro escribir ni dos palabras.


Hace poco comencé un trabajo nuevo y, por más que trato de ser profesional, mi corazón no me ayuda mucho. ¡Ay! Ya me puse tonta, si me vieran mi sonrisa estúpida en este justo instante... no sé cómo escribir esta historia. Diré lo que va saliendo simplemente.

Bueno, allí, en mi trabajo, conocí a un chico... tan guapo. Una piel mate, ojos pardos, mohicano, con unos naturales visos rubios, labios gruesos, muchos tatuajes y piercings... desde el minuto uno me derritió absolutamente, además de ser tan gentil desde que llegué. Ahora, el problema es que cuando digo conocí a un chico, digo chico literalmente, ¡tiene apenas 20 años! Y yo cercana a las tres décadas.

Dado el contexto laboral en el que estamos y a los 9 años que no separan, es evidente que aquello jamás funcionaría. Hice el trabajo de intentar alejarlo de mi mente. Pero obvio, si mi vida es ir de fail en fail, por intentar olvidarlo, empecé a fijarme en otro.

También en mi nuevo trabajo hay otro chico que estudia medicina china y acupuntura, debido a mis pésimos hábitos alimentarios y mis mil males que no son mortales, comenzó a usarme como su conejillo de indias para hacer diagnósticos. Así, todos los días él cuida de que coma a mis horas, preocupado de cómo me siento, viendo si dormí lo suficiente... y teniendo a alguien tan pendiente de mi bienestar sin tener obligación, ¿cómo no iba a derretirme? El problema es que, aunque un poco menos, también es literalmente chico. Tan solo 24 años.

Ambos son muy dulces, súper de piel, de abrazos, regaloneos... y yo me dejo querer. Me deleito mirándolos y conversando con ellos, son mis regalones en el trabajo porque además lo hacen sumamente bien. Cuando están ambos me vuelvo una idiota, me rió todo el día, los busco, llamo su atención, busco excusas para acercarme, parezco incluso menor que ellos. El tema es que ya no sé cuál de ambos me gusta más y, racionalmente siento que no me debe gustar ninguno. 

El de 20 llega sonriente mostrándome cómo, por fin desde que yo estoy a cargo, comienza a llegar con su uniforme completo, limpio y planchado. Me muestra sus méritos para que lo felicite como a un cachorrito que aprende a hacer pipí en el papel periódico. Cuando me siento a llenar tediosas planillas e informes, siempre se acerca cariñosamente a preguntarme si voy bien, si logro avanzar, si me concentro... ¿Cómo podría hacerlo con él a mi lado? Busca a cada instante ser mi foco de atención. A ratos lo descubro mirándome y sonríe coqueto. El de 24 es mucho más de piel, me da largos abarazos, a veces me da la mano sin ninguna razón y nos quedamos algunos segundos así mientras nos miramos. Todo el tiempo me pregunta cómo me siento, si estoy bien, siento que está a cada instante preocupado por mi salud y bienestar más allá de por su profesión. Compartimos muchos intereses y nunca nos falta tema para conversar o, simplemente, para estar uno más cerquita del otro.

Quiero pensar que ambos lo hacen porque son niños buenos y, como los niños, son naturalmente más de piel e instintivamente buscan llamar la atención. Les juro que parecen niños de siete años, no hay maladad en sus actos, siento que son almas tan puras, quizás eso es lo que me cautiva, su inocencia, su bondad, el nunca haber conocido hombres (niños) así de buenos. Como dirían por ahí, son buenos, pero buenos de adentro.

Trato de convivir con ellos día a día en lo laboral y de lidiar con mis fantasías de forma que solo se mantengan en mi mente para hacerme andar un poco más coqueta y sonriente, pero un hecho hace un par de días me movió todo.

Ambos salieron juntos a su hora de colación y les pedí como favor que de vuelta pasaran a buscar un documento del trabajo. Cuando vuelven me dicen que se les había olvidado el papel, así que les indiqué que uno se quedara trabajando y el otro fuera por eso, pero me piden si los puedo dejar ir juntos. Era absolutamente innecesarias dos personas para aquella simple misión así que les pregunté por qué, a lo que argumentan que necesitan terminar de conversar un tema muy importante que estaban tratando. Queriendo de ser empática y dándoles el beneficio de la duda, pedí explicaciones de cuál era el tema tan vital que requería ser finiquitado en se justo instante. Ambos se miraron con caras de culpa, pasaron unos segundos en silencio con miradas que hablaban... dile, no, no le digas, confiesa, mejor no... podía leerlos. Hasta que el de 20 que es más deslenguado decidió hablar "Lo que pasa es que nos gustas a ambos y tenemos que decidir quién se la va a jugar por ti y quién debe hacerse a un lado, porque somos amigos y tenemos que ser leales, eso es lo correcto". Yo me puse toda colorada, menos mal que estaba apoyada en un mesón porque las piernitas me tambalearon y casi no podía sostenerme. En el trabajo uno pasa más que con su propia familia, por lo que muchas veces los conoces mejor que a cualquiera. Ya conozco a mis dos cachorros, son de reír, de contar historias, pero no de bromas e ironías. Por un segundo pasaron miles de pensamientos en mi mente, no sabía si era una inusual broma en ellos o la verdad que, cuando no te atreves a contar, la dices de manera tan brutal que la otra persona justamente duda de su veracidad. Decidí contraatacar con una ironía que siempre salva "pero ustedes como buenos amigos que son pueden compartir", hubo un segundo eterno de silencio y ambos se miraron como diciendo "mmm... podría seeeeer" Rompí con risas "no sean ridículos el parcito, déjense de tonteras. Ya, como me hicieron reír, pueden ir ambos" y menos mal que partieron los dos corriendo porque ya estaba a punto de vomitar todas las mariposas que revoloteaban en mi panza.

Desde ese día mis pensamientos inocentes con este par de niños inocentes se acabaron. Antes los alternaba en mi mente, con uno paseando por un parque tomado helado, con el otro acurrucada viendo una película, con uno cocinando juntos, con el otro mirando una puesta de sol. Ahora los quiero a ambos, al mismo tiempo, compartiéndome como buenos amigos.

Hace un par de días masturbándome no lograba llegar al clímax y se me vino a la mente la fantasías de mis dos niños en mi cama. Ipso facto, uno de los orgasmos más intensos en mucho rato. En vez de torturarme teniendo que elegir, nació la más retorcida de las fantasías, un perfecto y placentero trío. Ahora los tres paseamos por el parque tomados de la mano y, los tres, terminamos revolcándonos entre los pastizales. Ya no quiero elegir a uno, los quiero a ambos y en realidad, sumando sus edades, hacen un hombre perfectamente maduro para mí. Son tan puros que con mi experiencia sé que me sería fácil pervertirlos, entre ellos tienen tan linda relación que alucino pensando que el poliamor de verdad puede funcionar. Mi razón me dice que no debo, no debo, no debo... esto va a salir mal, pero hay una fuerza poderosa que es la mezcla de mi calentura y las cosquillitas en mi guata, contra eso, no sé si pueda luchar. Es que dicen que quien se acuesta con niños amanece mojado, yo aún ni los he besado y ya me tienen llena de sueños húmedos.

Lamentablemente no hay una canción que se llame "Cuando estoy con ellos", así que les dejo a Janette con "Cuando estoy con él". Tan cursi como esta canción es lo que me hacen sentir ese parcito.




CONVERSATION

6 ya son Blogger@s:

  1. Ufff creo que estás cumpliendo varias fantasias de muchos hombres y mujeres en una sola, eres genial Churrito, me encantan tus entradas.

    Espero que te vaya bien con los chicos para que tengas mas material para escribir jejejeje... ya hiciste volar mi imaginación.

    Ahhhh... estaré encantado de ser el presidente de tu fans club, es un verdadero honor jejeje.

    Besos.

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    1. Si ya hice volar tu imaginación de un modo sutilmente perverso, me doy por satisfecha Mr. President

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  2. Hay niños de 20 muy maduros y tíos de 50 en plena adultescencia; lo de que sean demasiado chicos no es la cuestión aquí, Churrito, si quieres disfrutar de la pareja (en sentido literal, también), ¡despídelos! Dicen que donde tengas la olla no metas la polla, aunque tú no tengas pene, en esta historia entran en juego muchas ollas y un par de pollas, ¡huele a problemas!


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    1. En "chileno" decimos, no cagas donde comes. El sentido es el mismo, aunque por el contexto, creo que lo de ollas y pollas queda mucho mejor.
      Es verdad que hay chicos muy maduros a pesar de la edad, pero este parcito parece tene como 7 años. Despedirlos? Suena bien, y tengo ese absoluto poder... pero son tan buenos en lo que hacen, que mi profesionalismo no me lo permite.
      Pucha que huele mal esto, que el hedor llega hasta España.
      Besos guapa.

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  3. La verdad es que a mi los hombres jóvenes (de 20 a 30) no me han atraído nunca. Los prefiero de 35 en adelante. Aunque algunos, incluso a estas edades, no saben ni donde tienen la cara.
    Tratándose de hombres...siempre es una lotería...(por favor, que nadie se ofenda, es mi humilde opinión).
    Felicidades por el blog, es muy completo y divertido!

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  4. Te entiendo tanto. Me pasa igual con uno de 22 y yo tengo 28 jajajajja es exquisito pero es tan tierno a la vez. No sé en que terminará esto, pero él se ha convertido en mi fantasía diaria. Me encantan los hombres menores porque tienden a admirarte y respetarte, es como el síndorme de Edipo.
    A todo esto excelente tu blog, lo acabo de descubrir, me siento re identificada con tus vivencias :)

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