¿Chica de ensueño? Desclasificando a la CABRONA
Tuve una revelación. Uno de esos “¡Ahá! ¡Ahora entiendo todoooooo!”
Les explico. Resulta que mi familia es grande, achoclonada y hasta hace muy poco vivíamos todos juntos en una suerte de “Villa Napoli”. Si usted es muy joven para recordar el concepto “Villa Napoli”, imagínese un terreno con muchas casas vecinas, todas ellas pertenecientes a familiares. Es una encantadora imagen mental excepto que es también una especie de infierno chico, en donde todo el mundo te conoce, sabes qué haces, quién eres y con quién andas. ¿Me captan?
Bueno. En esta vida familiar, que tuve desde los 7 a los 26 años, supe siempre que en mi familia: LAS MUJERES MANDABAN. Sí, en serio. Nací y me crié en un matriarcado. Dominado por mi abuela y mi madre. De hecho a mi abuela, los hombres de la casa le dicen cariñosamente “La madre superiora”.
Durante toda esta realidad matriarcal, por muchos años sentí una especie de lástima por mi adorado abuelo y mi amado padrastro. Dos hombres caballerosos, amorosos y absoluta, total e incondicionalmente enamorados de mi abuela y mi mamá respectivamente. Esta lástima se debía simple y sencillamente a que mi abuela y mi madre son unas CABRONAS. ¡CABRONAS!