Alguien nos mira (y me gusta)

Por La Churro desde Chile

Alguna vez les hablé de mi fascinación por hacer mi propia porno casera (lea por aquí). Y alguna vez también les comenté como dos hombres no sobran en una cama (lea por acá). Hoy habrá un poco de esas dos sabrosas historias, en cómo alguna vez me convertí en estrella porno sin ser filmada, y cómo dos hombres no sobraron, sin haber hecho un trío.
 
Imagen de www.gettyimages.com

Mi pareja de aquel entonces me criticaba porque nunca compartía con sus amigos. Yo prefería que él fuera solo a sus juntas, ya que me molestaban aquellos especímenes asiduos al alcohol y a hablar de la cintura para abajo. Esta vez era una reunión en la casa de su mejor amigo, y como parecía algo más íntimo, accedí a compartir con los Orcos por primera y última vez (cómo habrán sido de bárbaros, que ellos mismos se hacían llamar así)

Como ya conocía al anfitrión y mejor amigo de mi novio, conversamos y compartimos bastante aquella noche, ya que para variar mi hombre me dejaba apartada por compartir con sus amigotes. Entre tanta conversa y con algo de alcohol en el cuerpo, me daba cuenta que aquel hombre ya no era tan orco como yo pensé, y de no habrá sido porque yo estaba en una relación con su mejor amigo, hubiese sido de aquellos por los que iría de cacería en una noche de perreo intenso.

La noche iba avanzando y las piscolas también. Los comensales se fueron retirando y ya sólo quedamos el mejor amigo, mi novio y yo. Como la conversación se tornaba más intima y el sueño de apoderaba de nosotros, seguimos la tertulia en la habitación del anfitrión.

Yo un poco vencida por el carrete, me acomodaba en la cama en los brazos de mi hombre. No me cuerdo cómo la conversación se empezó a poner más y más hot, cuando el Orco lanza sin ningún filtro: "Churro ¿por qué no me muestras una pechuga?", a lo que respondí que tenían dueño, así que era mi pololo quien debía dar la autorización. Él sin siquiera pensarlo afirmó con la cabeza, y yo sin pensarlo tampoco, me levanté la polera, mostrando uno de mis senos. Parece que quedó con gusto a poco y me dice "muestrame las dos", yo miro a mi novio quien me hace nuevamente un gesto afirmativo, y yo sin vergüenza a mi cuerpo o a la desnudez me levanté nuevamente la blusa para mostrar mi buen par.

En lo que interpreto como un gesto animal de territoriedad, mi hombre se lanza sobre mi pecho desdudo, me abraza y comienza a besarlos. Yo me dejé guiar por la pasión y calentura (que por se entonces era lo único que ya me unía a esa pareja) y las prendas de ropa fueron volando, las caricias se hicieron más explícitas y así nada más, comenzamos a hacer el amor con el dueño de casa como testigo visual de todo ese acto amatorio. Sin premeditación y a la vez sin pudores, sin vergüenzas y sin tapujos, haciendo el amor con mi novio frente a la mirada atónita, pero muy atenta, de un tercero.

Nunca me preocupé por sentirme observada, por las poses, los rollitos o como me veía. Yo simplemente tenía sexo, y el ser observada, el sentirme doblemente deseada, era un  ingrediente que alimentaba más mi pasión y calentura. Sólo al momento del orgasmo, sentí que nuestro observador sobraba. Nuestra relación ya estaba bastante muerta, y tras este acto también sobre expuesta, pero sentí que habían cosas para mantener en la intimidad. Al oído le dije a mi pareja "dile que se vaya", él le hizo un gesto con la mirada y nuestro visitante comprendió el mensaje. Se retiró en silencio mientras nosotros disfrutábamos de aquel fin.


A la mañana siguiente me despierto por los ruidos de una conversación en la habiación contigua. "Oh amigo! La cagó tu mina... es seca, es exquisita, es... ah! me estuve masturbando toda la noche pensando en ella". Quizás desde ahí nació mi faceta "artística" del cachondeo. El absoluto gozo en sentirse deseada, admirada, el placer de la desnudez y de no tener vergüenzas ni pudores absurdos, encontrar la comodidad y el deleite en el exhibicionismo, porque ahí concreté mi pensamiento que con el cuerpo y el sexo no deben haber vergüenzas ni nada que ocultar. Al escuchar ese comentario yo sólo sonreí, me di media vuelta, y seguí durmiendo, pero ahora sintiéndome mejor que Jenna Jameson y Silvia Saint en una misma película.




CONVERSATION

5 ya son Blogger@s:

  1. Parece que nadie se atrevió a comentar; yo creo que son muchos hombres y mujeres que tienen esa fantasía de hacerlo delante del amigo o amiga, incluso incursionar después (te la dejan lista, calentita jajaja). Saludos Churro, rica experiencia, alguna vez me paso algo parecido pero eramos 2 parejas teniendo sexo, cada uno con su mina pero las miradas de todos eran inevitables.

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    1. Y yo que estaba triste porque nadie cometaba. De a poco te voy amando jajaja gracias por comentar.
      Tu experiencia no la he vivido, me dejas un desafío para mi lista de pendientes.
      Besitos

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  2. Que wena, ser tres personas en una habitación pero sin ser un trió. Creo que debido a mi baja autoestima y a la gran vergüenza que siento por mi cuerpo no me atrevería a estar en esas circunstancias con mi novio y que alguien no mirase...
    Churro eres una seca te pasaste!!!

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  3. Ah no! Prohibido ese arumento. O acaso crees que yo soy 90-60-90? Pfff muy lejos de eso, sólo tengo la actitud de mijita rica, y con el tiempo me he dado cuenta que eso es mejor que un buen cuerpo. Vamos que la confianza se trabaja, y cuando la ganas es la mejor satisfacción y nadie te la quita never ever. Además, te aseguro que frente a una escena como esas, pocos hombres se fijarían en el rollito de más.
    Besos linda. Gracias por comentar.

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  4. Churro como admiro esa seguridad que tenes en vos misma! Si yo la tuviera que no habría hecho ya.. jajajaajaja.. :) Te amo tanto mujer!

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